Tres respuestas antes de empezar
Qué son y cómo funcionan
El minoxidil es un vasodilatador que contribuye a que los nutrientes circulen con mayor facilidad por el torrente sanguíneo. Aplicado sobre el cabello en concentraciones del 2% -para mujeres– y del 5% –para hombres–, el minoxidil consigue que los folículos pilosos estén mejor nutridos y más sanos. Un folículo piloso más sano ayuda a evitar la caída del cabello e incluso puede llegar a regenerarlo.
El minoxidil se aplica directamente sobre el cabello a tratar, bien en forma de spray o como gel, una o dos veces al día, según recomiende el médico.
Por su parte, la finasterida se ocupa de bloquear la enzima-alfa reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona o DHT, el desencadenante genético de la alopecia androgenética, tal y como ya explicamos en otro post [enlace a post sobre androgenética]. Con esta enzima controlada gracias a la finasterida, es de esperar que la caída del cabello se interrumpa y, en algunos casos, incluso se regenere.
El tratamiento con finasterida es por vía oral, de por vida.
Sus efectos: lo mejor y lo peor del minoxidil y de la finasterida
Ambos tratamientos persiguen lo mismo, pero el modo en que lo hacen es distinto: el minoxidil se encarga de estimular el cuero cabelludo directamente, y la finasterida modifica la población hormonal y bloquea el avance de la calvicie desde dentro del cuerpo. Estas diferencias los convierten en tratamientos compatibles.
Muchos diagnósticos recomiendan empezar con minoxidil. Esto se debe a que su aplicación localizada lo hace poco agresivo: basta con aplicar un spray cada 12 ó 24 horas todos los días para completar el tratamiento. Esta facilidad de aplicación es importante, pero también lo es que los primeros resultados llegan antes que con la finasterida. En los primeros seis meses de minoxidil ya se debería ver que el cabello cae menos y que, sólo en algunos casos, surge pelo, ligero y ralo, en las zonas despobladas.
Los puntos negativos del minoxidil son que puede producirse reacciones alérgicas y la aparición de vello cutáneo en algunas mujeres.
La finasterida también puede ser la primera solución en muchos casos, particularmente en aquellos donde el minoxidil no es lo suficientemente fuerte. El tratamiento con finasterida es más agresivo que el de minoxidil, pues no deja de ser un tratamiento hormonal, suave y dirigido a una sola clase de hormonas, pero lo suficientemente influyente como para que esté prohibido en mujeres. Además, y debido al cambio hormonal, se recomienda que los usuarios de finasterida se realicen revisiones médicas cada cierto tiempo.
Otro defecto de la finasterida es que los primeros resultados tardan en llegar: la mayoría de las veces sólo son visibles a partir del 6º mes de tratamiento, y algunas veces hasta pasado el año. Esta característica puede desanimar a los consumidores de finasterida más impacientes, que interrumpen su tratamiento. Al hacerlo, resetean el tratamiento y pierden lo que llevaban ganado; lo mismo ocurre si se deja de aplicar el minoxidil.
Conclusión
Tanto el minoxidil como la finasterida son tratamientos eficaces para interrumpir la caída del cabello, y cada uno presenta sus ventajas y desventajas. El minoxidil es más sencillo de aplicar y sus resultados suelen ser más rápidos, pero su grado de éxito es menor que el de la finasterida, que implica un tratamiento más agresivo y unos efectos secundarios que no se limitan al cabello.
Nuestra recomendación es la consulta personalizada a un experto, quien podrá determinar qué tratamiento puede resultar más eficaz. Y una vez se haya decidido un tratamiento u otro, o los dos, es importante que el paciente tome conciencia de que va a iniciar un largo proceso donde muchas veces se pondrá a prueba su paciencia. No hay forma de salvar estos obstáculos más que con la voluntad. Pero existe un método sencillo que puede ayudar a sobrellevar los periodos de incertidumbre: tomarse fotos cada mes –a partir del 4º ó del 5º en el caso del minoxidil, a partir del 6º ó del 7º en el caso de la finasterida– y examinar los avances una vez cumplido el año. Es mucho tiempo pero, como se recalcó más arriba, los tratamientos con minoxidil y finasterida nos acompañarán durante toda la vida.
- Tanto el minoxidil como la finasterida ofrecen soluciones para las primeras fases de la alopecia androgenética, cuando el cabello empieza a caerse, pierde densidad y ya aparecen zonas con menos cabello. No son soluciones para calvicies avanzadas ni totales, pues los efectos de ambos fármacos sólo pueden actuar si hay vida en los folículos pilosos, las cavidades donde crece el cabello, pero nada pueden hacer si estos folículos han sido destruidos.
- Ambos tratamientos son de por vida y en la mayoría de los casos exigen ser aplicados –minoxidil–o consumidos –finasterida–todos los días. Su interrupción provocará perder todo lo ganado.
- Los efectos y eficacia de ambos fármacos varían con cada persona, lo que hace obligado consultar con un experto que pueda evaluar nuestras características para saber qué grado de eficacia podemos esperar del tratamiento. Hay estudios que cifran la eficacia del minoxidil para la interrupción de la caída del cabello entre un 15% y un 60%, un arco demasiado grande como para extenderlo a la generalidad de las personas. En el caso de la finasterida parece que el fármaco interrumpe la caída en más del 80% de los casos. Sin embargo, esta cifra tampoco debe tomarse como referencia. Sí debemos tener claro lo siguiente: para la comunidad científica actual, ambos fármacos son los más eficaces.
Qué son y cómo funcionan
El minoxidil es un vasodilatador que contribuye a que los nutrientes circulen con mayor facilidad por el torrente sanguíneo. Aplicado sobre el cabello en concentraciones del 2% -para mujeres– y del 5% –para hombres–, el minoxidil consigue que los folículos pilosos estén mejor nutridos y más sanos. Un folículo piloso más sano ayuda a evitar la caída del cabello e incluso puede llegar a regenerarlo.
El minoxidil se aplica directamente sobre el cabello a tratar, bien en forma de spray o como gel, una o dos veces al día, según recomiende el médico.
Por su parte, la finasterida se ocupa de bloquear la enzima-alfa reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona o DHT, el desencadenante genético de la alopecia androgenética, tal y como ya explicamos en otro post [enlace a post sobre androgenética]. Con esta enzima controlada gracias a la finasterida, es de esperar que la caída del cabello se interrumpa y, en algunos casos, incluso se regenere.
El tratamiento con finasterida es por vía oral, de por vida.
Sus efectos: lo mejor y lo peor del minoxidil y de la finasterida
Ambos tratamientos persiguen lo mismo, pero el modo en que lo hacen es distinto: el minoxidil se encarga de estimular el cuero cabelludo directamente, y la finasterida modifica la población hormonal y bloquea el avance de la calvicie desde dentro del cuerpo. Estas diferencias los convierten en tratamientos compatibles.
Muchos diagnósticos recomiendan empezar con minoxidil. Esto se debe a que su aplicación localizada lo hace poco agresivo: basta con aplicar un spray cada 12 ó 24 horas todos los días para completar el tratamiento. Esta facilidad de aplicación es importante, pero también lo es que los primeros resultados llegan antes que con la finasterida. En los primeros seis meses de minoxidil ya se debería ver que el cabello cae menos y que, sólo en algunos casos, surge pelo, ligero y ralo, en las zonas despobladas.
Los puntos negativos del minoxidil son que puede producirse reacciones alérgicas y la aparición de vello cutáneo en algunas mujeres.
La finasterida también puede ser la primera solución en muchos casos, particularmente en aquellos donde el minoxidil no es lo suficientemente fuerte. El tratamiento con finasterida es más agresivo que el de minoxidil, pues no deja de ser un tratamiento hormonal, suave y dirigido a una sola clase de hormonas, pero lo suficientemente influyente como para que esté prohibido en mujeres. Además, y debido al cambio hormonal, se recomienda que los usuarios de finasterida se realicen revisiones médicas cada cierto tiempo.
Otro defecto de la finasterida es que los primeros resultados tardan en llegar: la mayoría de las veces sólo son visibles a partir del 6º mes de tratamiento, y algunas veces hasta pasado el año. Esta característica puede desanimar a los consumidores de finasterida más impacientes, que interrumpen su tratamiento. Al hacerlo, resetean el tratamiento y pierden lo que llevaban ganado; lo mismo ocurre si se deja de aplicar el minoxidil.
Conclusión
Tanto el minoxidil como la finasterida son tratamientos eficaces para interrumpir la caída del cabello, y cada uno presenta sus ventajas y desventajas. El minoxidil es más sencillo de aplicar y sus resultados suelen ser más rápidos, pero su grado de éxito es menor que el de la finasterida, que implica un tratamiento más agresivo y unos efectos secundarios que no se limitan al cabello.
Nuestra recomendación es la consulta personalizada a un experto, quien podrá determinar qué tratamiento puede resultar más eficaz. Y una vez se haya decidido un tratamiento u otro, o los dos, es importante que el paciente tome conciencia de que va a iniciar un largo proceso donde muchas veces se pondrá a prueba su paciencia. No hay forma de salvar estos obstáculos más que con la voluntad. Pero existe un método sencillo que puede ayudar a sobrellevar los periodos de incertidumbre: tomarse fotos cada mes –a partir del 4º ó del 5º en el caso del minoxidil, a partir del 6º ó del 7º en el caso de la finasterida– y examinar los avances una vez cumplido el año. Es mucho tiempo pero, como se recalcó más arriba, los tratamientos con minoxidil y finasterida nos acompañarán durante toda la vida.